
Me recordé de un episodio, que aunque perdido en el correr de los años, dejó una delicada remembranza en su lápida. Fue con mi primero novio. Éramos amigos y hablábamos de nuestros ideales de hombres y mujeres. Su chica imaginaria, obviamente, debía tener ojos claros como el cielo y pelo rubio como el trigo. Yo, que por aquella época ya me encontraba enamorada de aquel ser único y sensible, confieso que sentí una punta de celos de esta chica imaginaria, al contemplar mi propio pelo negro y los ojos almendrados.
No, no pinté el pelo y ni pasé a usar lentillas de color, pero el hecho es que algunas semanas después ya éramos novios, y así estuvimos por casi dos años. (…)
Ya separados, amados, pero no amantes, me recuerdo todavía de un cierto día en que conversábamos sobre nuestra pasada relación, sobre lágrimas y risas, realidades y sueños…y de su inesperada respuesta para mi vieja pregunta a respeto del ideal de belleza.
Lindamente, él sonrió y me dijo entre tímido y melancólico, que no más conseguía mirar para las orientales con indiferencia, que había aprendido conmigo, y quizá por mí, a contemplar con inmenso amor ese tipo de belleza.
No más claros como el cielo, pero profundos y oscuros como el océano, no más rubios como el trigal, pero negros y fuertes como la tierra.
… Bien sé que cada cual tiene su belleza, pero tampoco niego la sonrisa que llevo hasta hoy al acordarme de sus palabras. Es un aliento para el alma, para mi alma, saber que el amor puede hacer ver nuevas bellezas.
- No, no más siento celos de la chica imaginaria…
P.S. - en la foto - se puede decir que soy yo - en medio de un ensueño ^_^
_________________________________________________________________
(V. PORTUGUÉS)
Lembrei-me de um episódio, que embora perdido no correr dos anos, deixou uma delicada recordação em sua lápide. Foi com meu primeiro namorado. Éramos amigos e falávamos de nossos ideais de parceiros e parceiras. A sua garota imaginária, obviamente, deveria ter olhos claros como o céu e cabelos loiros como o trigo. Eu, que por aquela época já me encontrava enamorada daquele ser singelo e sensível, confesso que senti uma pontinha de ciúmes dessa garota imaginária, ao contemplar meus próprios cabelos negros e os olhos amendoados.
Não, não pintei os cabelos e nem passei a usar lentes de contato coloridas, mas fato é que algumas semanas depois estávamos namorando, e assim estivemos por quase dois anos. (...)
Já separados, amados, mas não amantes, lembro-me ainda de um certo dia em que conversávamos sobre nossa passada relação, sobre lágrimas e risos, realidades e sonhos... e de sua inesperada resposta para a minha velha pergunta sobre o ideal de beleza.
Lindamente, ele sorriu e me disse entre constrangido e melancólico, que não mais conseguia olhar para as orientais com indiferença, que havia aprendido comigo, e talvez por mim, a contemplar com imenso amor esse tipo de beleza. Não mais claros como o céu, mas profundos e escuros como o oceano, não mais loiros como o trigal, mas negros e fortes como a terra.
... Bem sei que cada qual tem sua beleza, mas não nego o sorriso que levo até hoje ao me lembrar de suas palavras. É um alento para a alma, para a minha alma, saber que o amor pode fazer ver novas belezas.
- Não, não mais sinto ciúmes da garota imaginária.
.